Mi nombre es Skywalker


Los niños son los únicos capaces de “ver” a seres marginados como Skywalker. Es importante mantener esa sensibilidad hacia los problemas de los demás para nunca dejar de verlos. Se juega con dos planos: realidad y fantasía (la Luna donde dice dormir Skywalker es una zapatería llamada “Luna nueva”). La fantasía como evasión de la realidad (creer en los Reyes Magos es más bonito que creer en que los padres compran los regalos). Pero el final es una apuesta decidida por asumir la realidad. El lector no puede seguir
creyendo la versión “rosada” del extraterrestre porque se le enfrenta a un vagón lleno de emigrantes, donde está Skywalker, no en la Luna.

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